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Durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, muchos experimentamos una transformación profunda en nuestra vida cotidiana y salud mental. El encierro y la desconexión física del mundo exterior nos llevaron a depender de las tecnologías para mantener el contacto, convirtiendo los hogares en espacios de reclusión.
En este contexto, surgió lo que la OMS denominó infodemia: un exceso de información que mezclaba noticias científicas con contenidos alarmistas o falsos. Esta sobrecarga informativa, lejos de tranquilizar, generó ansiedad, confusión y miedo. La pieza reflexiona sobre este fenómeno desde mi experiencia personal, combinando autorrepresentación y memoria para analizar cómo nos afecta esta saturación mediática.
Durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, muchos experimentamos una transformación profunda en nuestra vida cotidiana y salud mental. El encierro y la desconexión física del mundo exterior nos llevaron a depender de las tecnologías para mantener el contacto, convirtiendo los hogares en espacios de reclusión.
En este contexto, surgió lo que la OMS denominó infodemia: un exceso de información que mezclaba noticias científicas con contenidos alarmistas o falsos. Esta sobrecarga informativa, lejos de tranquilizar, generó ansiedad, confusión y miedo. La pieza reflexiona sobre este fenómeno desde mi experiencia personal, combinando autorrepresentación y memoria para analizar cómo nos afecta esta saturación mediática.






La pieza plantea un contraste claro entre la televisión y el proyector. La primera funciona como una fuente constante de sobreinformación, que lejos de mantenernos a salvo, invade el espacio doméstico y funciona como una puerta abierta por la que cualquiera puede acceder. En cambio, el proyector recoge lo emocional y lo íntimo, simbolizando el interior del hogar y el tiempo suspendido del confinamiento.
La pieza plantea un contraste claro entre la televisión y el proyector. La primera funciona como una fuente constante de sobreinformación, que lejos de mantenernos a salvo, invade el espacio doméstico y funciona como una puerta abierta por la que cualquiera puede acceder. En cambio, el proyector recoge lo emocional y lo íntimo, simbolizando el interior del hogar y el tiempo suspendido del confinamiento.
© 2025 Ester Llorens — Diseño, textos y obras originales
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